Una de las leyendas mas poderosas de los tzetzales […] narra la historia de una joven virgen que al acercarse a una cueva al margen de un río, decidió descansar en ella, tras encontrarla fresca y apacible. Repentinamente, despertó al sentir síntomas de embarazo. Al volver a su casa, sus padres la recriminaron de forma violenta, a pesar de que ella les juraba que nunca había tenido contacto con ningún hombre. En un sueño, a los padres se les apareció un ángel, quien les confirmó que la joven era pura y limpia y que el niño debería nacer, ya que sería guía y consuelo de todos los indios. (Olmedo 176)
Meses después, el bebé nació en aparente normalidad, sin embargo nunca dejaba de llorar. Los curanderos no encontraban ninguna enfermedad, por lo que pidieron a la joven que lo llevara a la cueva a que se encontrara con su padre. Al hacerlo, el niño se calló de inmediato, lo cual reconfortó a la madre, pero acto seguido se levantó del regazo de su madre, se acercó a la orilla de la cueva y descendió a donde nadie pudo encontrarlo jamás. La desconsolada madre recibió la visita del ángel, quien le aseguro que el pequeño Juan regresaría algún día para proteger a su propia sangre. Años después, y en plena rebelión en contra de los españoles, un joven se acercó a la capilla que defendían. Pronto descubrió que los hombres que pretendían resistir el ataque del ejercito eran pocos, en su mayoría viejos y mal armados. (Olmedo 177)
El joven Juan llevaba consigo un bastón de mando y juró defender a su pueblo con él. Ante la incredulidad de los viejos, clavó el bastón en la tierra y produjo un terrible terremoto. Al llegar los españoles, Juan logró derrotarlos; además fue capaz de liberar a otros pueblos y obtener miles de adeptos. El bastón le permitía repeler las balas y lanzar mortíferas descargas a su enemigos. Tiempo después la envidia hizo que algunos indios temerosos lo entregaran a las autoridades. Escapó varias veces de prisión, sin que nadie pudiera explicar como lo hacía. Finalmente fue sometido y asesinado tras una nueva traición. En su lecho de muerte, pidió a un niño que sembrara un aguacate junto a su tumba, indicando que si el árbol florecía el rey indio Juan López regresaría desde lejos para vivir y defender a su pueblo; con el tiempo, el árbol floreció y junto a la tumba de Juan creció uno de los aguacatales más frondosos y fuertes de la región. (Olmedo 177)
Olmedo Estrada, Juan Carlos, et al. MÉXICO: crisis y oportunidad. Pearson Educación: México, 2007.
juauu linda la leyenda