El Software Libre en el 2011




El 2011 pretende ser un año muy prometedor para el Software Libre, entre las cosas que destacan son:

  • La salida de un celular con MeeGo por parte de Intel y Nokia
  • El cambio de Gnome por Unity en Ubuntu
  • El lanzamiento de Debian 6
  • Las actualizaciones de LibreOffice
  • El estreno de Firefox 4
  • Los tan esperados Gnome 3 y KDE 4
  • Mint basado en Debian
  • La publicidad que tendrá Chromium OS

De igual modo se deberán superar perdidas como:

  • La compra de Sun por parte de Oracle
  • Las fragmentaciones de Android

Debemos seguir defendiendonos y luchando por evitar:

  • La Ley SINDE
  • ACTA
  • La censura contra Wikileaks
  • Los intentos de exterminar el P2P por parte de RIAA

Finalmente continuar en las guerras computacionales tratando de destruir, borrar, exterminar y erradicar a:

  • Microsoft: Windows 7, Windows mobile, office y en general todo
  • Apple: OS X Lion, iPhone, iWhatever…
  • Oracle
  • US Government
  • En general a todo el Software privativo

Sólo me queda desear el mejor de los años para el Software Libre

Uno más uno

” Uno más uno igual a tres” 1+1=3

Cuánto son 1+1 ? Ingeniero: 1.999999

Físico: 2.0004 +/- 0.0006

Matemático: espere, solo unos minutos mas, ya he probado que la solución existe y es Unica, ahora la estoy acotando…

Filosofo: que quiere decir cuando dice “1+1” ?

Lógico: defina las características de la operación “+” y le responderé.

Economista: cierra …puertas y ventanas y pregunta en voz baja “cuanto quiere que sea el resultado?”

Caperucita Roja

Caperucita roja (Perrault)

Little Red Riding Hood Charles Perrault


Once upon a time there lived in a certain village a little country girl, the prettiest creature who was ever seen. Her mother was excessively fond of her; and her grandmother doted on her still more. This good woman had a little red riding hood made for her. It suited the girl so extremely well that everybody called her Little Red Riding Hood.

One day her mother, having made some cakes, said to her, “Go, my dear, and see how your grandmother is doing, for I hear she has been very ill. Take her a cake, and this little pot of butter.” Little Red Riding Hood set out immediately to go to her grandmother, who lived in another village.

As she was going through the wood, she met with a wolf, who had a very great mind to eat her up, but he dared not, because of some woodcutters working nearby in the forest. He asked her where she was going. The poor child, who did not know that it was dangerous to stay and talk to a wolf, said to him, “I am going to see my grandmother and carry her a cake and a little pot of butter from my mother.” “Does she live far off?” said the wolf “Oh I say,” answered Little Red Riding Hood; “it is beyond that mill you see there, at the first house in the village.”

“Well,” said the wolf, “and I’ll go and see her too. I’ll go this way and go you that, and we shall see who will be there first.” The wolf ran as fast as he could, taking the shortest path, and the little girl took a roundabout way, entertaining herself by gathering nuts, running after butterflies, and gathering bouquets of little flowers. It was not long before the wolf arrived at the old woman’s house. He knocked at the door: tap, tap.

“Who’s there?” “Your grandchild, Little Red Riding Hood,” replied the wolf, counterfeiting her voice; “who has brought you a cake and a little pot of butter sent you by mother.” The good grandmother, who was in bed, because she was somewhat ill,cried out, “Pull the bobbin, and the latch will go up.” The wolf pulled the bobbin, and the door opened, and then he immediately fell upon the good woman and ate her up in a moment, for it been more than three days since he had eaten. He then shut the door and got into the grandmother’s bed, expecting Little Red Riding Hood, who came some time afterwards and knocked at the door: tap, tap. “Who’s there?” Little Red Riding Hood, hearing the big voice of the wolf, was at first afraid; but believing her grandmother had a cold and was hoarse, answered, “It is your grandchild Little Red Riding Hood, who has brought you a cake and a little pot of butter mother sends you.” The wolf cried out to her, softening his voice as much as he could, “Pull the bobbin, and the latch will go up.” Little Red Riding Hood pulled the bobbin, and the door opened. The wolf, seeing her come in, said to her, hiding himself under the bedclothes, “Put the cake and the little pot of butter upon the stool, and come get into bed with me.”

Little Red Riding Hood took off her clothes and got into bed. She was greatly amazed to see how her grandmother looked in her nightclothes, and said to her, “Grandmother, what big arms you have!” “All the better to hug you with, my dear.”
“Grandmother, what big legs you have!” “All the better to run with, my child.” “Grandmother, what big ears you have!” “All the better to hear with, my child.” “Grandmother, what big eyes you have!” “All the better to see with, my child.” “Grandmother, what big teeth you have got!” “All the better to eat you up with.”

And, saying these words, this wicked wolf fell upon Little Red Riding Hood, and ate her all up.

Moral: Children, especially attractive, well bred young ladies, should never talk to strangers, for if they should do so, they may well provide dinner for a wolf. I say “wolf,” but there are various kinds of wolves. There are also those who are charming, quiet, polite, unassuming, complacent, and sweet, who pursue young women at home and in the streets. And unfortunately, it is these gentle wolves who are the most dangerous ones of all.

Caperucita Roja
de los Hermanos Grimm

Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: “Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, “Buenos días”, ah, y no andes curioseando por todo el aposento.”

“No te preocupes, haré bien todo”, dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente. La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia él. “Buenos días, Caperucita Roja,” dijo el lobo. “Buenos días, amable lobo.” – “¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?” – “A casa de mi abuelita.” – “¿Y qué llevas en esa canasta?” – “Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse.” – “¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?” – “Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto,” contestó inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo: “¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito – y será más sabroso que esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente.” Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le dijo: “Mira Caperucita Roja, que lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque está lleno de maravillas.”

Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: “Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán.

Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora.” Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y tocó a la puerta.

“¿Quién es?” preguntó la abuelita. “Caperucita Roja,” contestó el lobo. “Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor.” – “Mueve la cerradura y abre tú,” gritó la abuelita, “estoy muy débil y no me puedo levantar.” El lobo movió la cerradura, abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la tragó. Y enseguida se puso ropa de ella, se colocó un gorro, se metió en la cama y cerró las cortinas.

Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita.” Entonces gritó: “¡Buenos días!”, pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las cortinas. Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una apariencia muy extraña. “¡!Oh, abuelita!” dijo, “qué orejas tan grandes que tienes.” – “Es para oírte mejor, mi niña,” fue la respuesta. “Pero abuelita, qué ojos tan grandes que tienes.” – “Son para verte mejor, querida.” – “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.” – “Para abrazarte mejor.” – “Y qué boca tan grande que tienes.” – “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.

Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes ronquidos y pensó, ¡Cómo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingresó al dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí. “¡Así que te encuentro aquí, viejo pecador!” dijo él.”¡Hacía tiempo que te buscaba!” Y ya se disponía a disparar su arma contra él, cuando pensó que el lobo podría haber devorado a la viejita y que aún podría ser salvada, por lo que decidió no disparar. En su lugar tomó unas tijeras y empezó a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto había hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y la pequeña Caperucita Roja salió rapidísimo, gritando: “¡Qué asustada que estuve, qué oscuro que está ahí dentro del lobo!”, y enseguida salió también la abuelita, vivita, pero que casi no podía respirar. Rápidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despertó, quiso correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soportó el esfuerzo y cayó muerto.

Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: “Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer.”

También se dice que otra vez que Caperucita Roja llevaba pasteles a la abuelita, otro lobo le habló, y trató de hacer que se saliera del sendero. Sin embargo Caperucita Roja ya estaba a la defensiva, y siguió directo en su camino. Al llegar, le contó a su abuelita que se había encontrado con otro lobo y que la había saludado con “buenos días”, pero con una mirada tan sospechosa, que si no hubiera sido porque ella estaba en la vía pública, de seguro que se la hubiera tragado. “Bueno,” dijo la abuelita, “cerraremos bien la puerta, de modo que no pueda ingresar.” Luego, al cabo de un rato, llegó el lobo y tocó a la puerta y gritó: “¡Abre abuelita que soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles!” Pero ellas callaron y no abrieron la puerta, así que aquel hocicón se puso a dar vueltas alrededor de la casa y de último saltó sobre el techo y se sentó a esperar que Caperucita Roja regresara a su casa al atardecer para entonces saltar sobre ella y devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conocía muy bien sus malas intenciones. Al frente de la casa había una gran olla, así que le dijo a la niña: “Mira Caperucita Roja, ayer hice algunas ricas salsas, por lo que trae con agua la cubeta en las que las cociné, a la olla que está afuera.” Y llenaron la gran olla a su máximo, agregando deliciosos condimentos. Y empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la nariz del lobo, y empezó a aspirar y a caminar hacia aquel exquisito olor. Y caminó hasta llegar a la orilla del techo y estiró tanto su cabeza que resbaló y cayó de bruces exactamente al centro de la olla hirviente, ahogándose y cocinándose inmediatamente. Y Caperucita Roja retornó segura a su casa y en adelante siempre se cuidó de no caer en las trampas de los que buscan hacer daño.

CAPERUCITA ROJA (versión políticamente correcta) |James Finn Garner|

Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.

Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.

De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.

-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.

-No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.

Respondió Caperucita:

-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.

Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.

Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:

-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.

-Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.

-¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!

-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.

-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!… relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.

-Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.

-Y… ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!

Respondió el lobo:

-Soy feliz de ser quién soy y lo qué soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.

Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.

Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.

-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.

El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.

-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?

Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

El Lobo y Caperucita Roja
(Versión del Lobo)

El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio.

Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunte quien era, de donde venia, a donde iba, a lo que ella me contesto, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo.

Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que volaba libremente, pues también el bosque era para el. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.

La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegue me abrió la puerta una simpática viejecita, le expliqué la situación. Y ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama.

Cuando llegó la niña la invite a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor.

Ahora bien me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia pero empezaba a serme antipática. Sin embargo pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban para verla mejor. Pero su siguiente insulto sí me encolerizo. Siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero.

Se que debí haberme controlado pero salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grande para comerla mejor. Ahora, piensen Uds.: ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo corría atrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba para correr, me la quité pero fue mucho peor. La niña gritó aun más. De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo mire y comprendí que corría peligro así que salté por la ventana y escapé.

Me gustaría decirles que este es el final del cuento, pero desgraciadamente no es así. La abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz que yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme.

No se que le pasaría a esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero si les puedo decir que yo nunca pude contar mi versión. Ahora Uds. ya lo saben.

Quote: Niemoeller

“Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”

Martin Niemoeller, (*1892 – †1984) Pastor protestante alemán

Las 100 cosas que haría si fuera un Señor del Mal

Un post muy viejo (de hace más de 5 años) que lei alguna vez. Esta buenisimo

1. Mis Legiones del Terror tendrán cascos con visores de plexiglás transparente, no con visores que tapen la cara.

2. Mis conductos de ventilación serán demasiado pequeños para gatear por ellos.

3. Mi noble medio-hermano, cuyo trono usurpé, será asesinado, no encarcelado secretamente en una celda olvidada de mis calabozos.

4. Disparar no es demasiado bueno para mis enemigos.

5. El artefacto que es la fuente de mi poder no será guardado en la montaña de la desesperación mas allá del río de fuego guardado por los dragones de la eternidad. Estará en mi depósito de seguridad. Lo mismo es aplicable al objeto que es mi única debilidad.

6. Yo no me recrearé en el sufrimiento de mi enemigo antes de matarle.

7. Cuando haya capturado a mi adversario y él diga: “antes de matarme, ¿podrías decirme al menos qué es todo esto?”, yo diré “NO” y le dispararé; no, pensándolo mejor le dispararé y entonces diré “NO”.

8. Despues de raptar a la bella princesa, nos casaremos inmediatamente en una modesta ceremonia civil. No con un espectáculo sorprendente de tres semanas, tiempo en el cuál la fase final de mi plan será desbaratada.

9. No incluiré un mecanismo de autodestrucción a no ser que sea absolutamente necesario. Si es necesario, no será un gran botón rojo con una etiqueta que diga “Peligro: No Pulsar”. El gran botón rojo, sin embargo, disparará una rafaga de balas sobre cualquiera lo bastante estúpido para usarlo. De igual forma, el boton ON/OFF no estará claramente marcado como tal.

10. No interrogaré a mis enemigos en el santuario interior; un pequeño hotel alejado de mis fronteras funcionará igual de bien.

11. Estaré seguro de mi superioridad. Luego no sentiré ninguna necesidad de probarla dejando pistas en forma de acertijos o dejando a mis enemigos más debiles vivos para demostrarles que no suponen una amenaza.

12. Uno de mis consejeros será un niño normal de 5 años. Cualquier fallo en mi plan que sea capaz de detectar será corregido antes de ser llevado a cabo.

13. Todos los enemigos asesinados serán cremados, o al menos tendrán muchas balas en el cuerpo, no seran dejados para que mueran en el fondo de un precipicio. El anunciamiento de sus muertes, así como cualquier celebración, será aplazado hasta después de que se haya llevado a cabo la disposición nombrada.

14. El héroe no tendrá derecho a un último beso, último cigarrillo, o cualquier otra forma de última voluntad.

15. Nunca emplearé un dispositivo digital de cuenta atrás. Si encuentro que es absolutamente inevitable, lo programaré para activarse cuando llegue a 117, justamente cuando el héroe esté poniendo su plan en marcha.

16. Nunca usaré la frase “pero antes de matarte, hay una sola cosa que quiero saber”.

17. Cuando tenga consejeros, escucharé sus consejos de vez en cuando.

18. No tendré un hijo. Aunque su irrisoriamente mal planeado intento de usurpar mi poder fallara fácilmente, podría proveer una distracción fatal en un momento crucial.

19. No tendré una hija. Ella sería tan bella como malvada, pero una mirada al robusto aspecto del héroe y ella traicionará a su propio padre.

20. A pesar de su probado efecto anti-stress, no caeré en las carcajadas típicas de maníacos. Cuando estás ocupado en eso es demasiado fácil no darse cuenta de desarrollos no esperados que un individuo más atento podría percibir.

21. Contrataré un diseñador con talento para crear uniformes originales para mis Legiones del Terror, no usaré baratos uniformes de rebajas que les harían parecer Tropas nazis, soldados romanos, o salvajes hordas mongoles. Todos fueron derrotados al final y yo quiero que mis tropas tengan una disposición más positiva.

22. No importa lo tentado que esté con la posibilidad del poder ilimitado, nunca consumiré un campo de energía mayor que mi cabeza.

23. Guardaré una reserva de armas de baja tecnología y entrenaré a mis tropas para su uso. De esta forma, incluso si los héroes consiguen neutralizar mi generador de poder y/o dejar inútiles las armas normales de energía, mis tropas no serán superadas por un puñado de salvajes armados con rocas y lanzas.

24. Mantendré un conocimiento realista de mis fuerzas y debilidades. Aunque esto elimina parte de la diversión del trabajo, al menos nunca diré la frase “¡¡¡No, esto no puede ocurrir, soy INVENCIBLE!!! ” (después de lo cual la muerte es casi instantanea)

25. No importa lo bien que funcione, nunca construiré ninguna clase de maquinaria que sea completamente indestructible salvo por un pequeño y virtualmente inaccesible punto vulnerable.

26. No importa lo atractivos que ciertos miembros de la rebelión sean, probablemente hay alguien igual de atractivo que no está desesperado por matarme. Luego, me lo pensaré dos veces antes de ordenar que un prisionero sea enviado a mi dormitorio.

27. Nunca construire sólo uno de cualquier cosa importante. Todos los sistemas tendrán paneles y baterias redundantes. Por la misma razón, siempre llevaré al menos dos armas completamente cargadas en todo momento.

28. Mi monstruo mascota estará guardado en una prisión segura de la cuál no pueda escapar y en la cuál no pueda yo caer accidentalmente.

29. Vestiré con ropas de colores brillantes y alegres, para sorprender a mis enemigos.

30. Todos los conjuradores divagantes, terratenietes torpes, bardos sin talento y ladrones cobardes serán ejecutados de forma preventiva. Mis enemigos seguramente abandonarán su búsqueda si no tienen ninguna fuente de alivio cómico.

31. Todas las taberneras inocentes y atractivas de mi reino serán reemplazadas por camareras malhumoradas y hartas del mundo que no proporcionarán refuerzos inesperados y subargumentos románticos al héroe o a su compañero.

32. No me enfureceré y mataré al mensajero que traiga malas noticias sólo para demostrar lo malísimo que soy. Los buenos mensajeros son dificiles de encontrar.

33. No requeriré a los altos mandos femeninos de mi organizacion que lleven bustiers de acero inoxidable. La moral mejora con una forma de vestir más sencilla. De la misma forma, los trajes de cuero negro serán reservados para ocasiones formales.

34. No me transformaré en una serpiente, nunca ayuda.

35. No me dejaré perilla. En los días antiguos te daba un aspecto diabólico. Ahora sólo te hace parecer un miembro descontento de la generación X.

36. No encerraré a miembros del mismo grupo en el mismo bloque de celdas, y menos en la misma celda. Si son prisioneros importantes, conservaré la única llave de la celda yo mismo en lugar de repartir copias a todos los guardias inútiles de la prisión.

37. Si mi hombre de confianza me dice que mis Legiones del Terror están perdiendo la batalla, le creeré. Después de todo es mi hombre de confianza.

38. Si el enemigo que acabo de matar tiene un hermano menor o un hijo en algún lugar, lo encontraré y lo mataré inmediatamente, en lugar de esperar que crezca abrigando sentimientos de venganza contra mí cuando me encuentre en mi vejez.

39. Si debo entrar en batalla, no lo haré al frente de mis Legiones del Terror, ni buscaré a mi contrario entre su ejército.

40. Nunca seré caballeroso ni deportivo. Si tengo un superarma imparable, la usaré tan pronto y tan a menudo como sea posible en lugar de reservarla.

41. Una vez que mi poder esté asegurado, destruiré todos esos malditos dispositivos de viaje en el tiempo.

42. Cuando capture al héroe, me aseguraré de capturar tambien a su perro, mono, hurón o cualquier animal asquerosamente listo capaz de desatar cuerdas y coger llaves.

43. Mantendré una saludable cantidad de escepticismo cuando capture a la bella rebelde y ella me diga que le atrae mi poder y mi físico y que traicionará gustosamente a sus compañeros si le dejo participar en mis planes.

44. Sólo contrataré cazarrecompensas que trabajen únicamente por el dinero. Aquellos que trabajan por el placer de la caza tienden a hacer cosas tan estúpidas como conceder al otro una deportiva posibilidad de ganar.

45. Me aseguraré de saber quién es responsable de qué en mi organización. Por ejemplo, si mi general la fastidia no sacaré mi pistola y le diré: “Y este es el precio del fracaso” dándome entonces la vuelta y matando a un subordinado cualquiera.

46. Si un consejero me dice “Mi señor, es sólo un hombre, ¿qué puede hacer un sólo hombre?” Yo responderé “Ésto” y mataré al consejero.

47. Si advierto que un jovenzuelo ha empezado una aventura para destruirme, le mataré mientras sea un jovenzuelo, en lugar de esperar a que madure.

48. Trataré cualquier bestia que controle mediante magia o tecnología con respeto y amabilidad. De tal forma que si el control es roto, no venga inmediatamente a vengarse de mi.

49. Si descubro la localización del artefacto que puede destruirme, no enviaré a todas mis tropas a apropiarse de él. Las enviaré a apropiarse de cualquier otra cosa y pondre un anuncio de “se busca” en el periódico local.

50. Mis ordenadores principales tendrán su propio sistema operativo, que será totalmente incompatible con el estándar de los portátiles de IBM y MAC.

51. Si uno de los guardias de mis calabozos empieza a expresar preocupación por las condiciones de la celda de la bella princesa, le transferiré inmediatamente a una posición menos orientada al público.

52. Contrataré a un equipo cualificado de arquitectos para que examinen mi castillo y me informen de todos los pasajes secretos y túneles abandonados que yo deba conocer.

53. Si la bella princesa que capture dice “¡Yo nunca me casaré contigo!, ¡Nunca!, ¿Me oyes?, ¡¡¡NUNCA!!!”, yo diré “Oh, vale” y la mataré.

54. Nunca cerraré un trato con un ser demoníaco para luego intentar engañarle símplemente por llevar la contraria.

55. Los mutantes deformes y los bichos raros psicopátas tendrán su lugar en mis Legiones del Terror. Sin embargo, antes de enviarles en importantes misiones secretas que requieran tacto y sutileza, buscaré a alguien igualmente cualificado que llame menos la atención.

56. Mis Legiones del Terror serán entrenadas para tener una puntería básica. Cualquiera que no pueda acertar a un hombre a 10 metros será usado como diana para prácticas.

57. Antes de usar cualquier artefacto o maquinaria capturados, leeré cuidadosamente el manual de usuario.

58. Si es necesario huir, nunca me pararé para posar dramáticamente y decir una línea.

59. Nunca construiré una computadora pensante más inteligente que yo.

60. Mi consejero de cinco años tambien será requerido para descifrar cualquier código que piense usar. Si lo descifra en menos de 30 segundos no será usado. Nota: lo mismo para las contraseñas.

61. Si mis consejeros me preguntan “¿Por qué estás arriesgándolo todo en un plan tan loco?” no seguiré con el plan hasta que encuentre una respuesta que les satisfaga.

62. Diseñaré los vestíbulos de mi fortaleza sin nichos o estructuras de soporte prominentes que los intrusos puedan usar para cubrirse en un tiroteo.

63. Los depósitos de desperdicios serán incineradores, no compresores. Y serán mantenidos calientes siempre, sin contrasentidos como esas llamas que van a traves de túneles accesibles a intervalos predecibles.

64. Iré a ver a un psiquiatra competente para curarme de todas las fobias extremadamente raras y extraños hábitos compulsivos que puedan ser una desventaja.

65. Si debo tener un sistema de computadoras con terminales accesibles al público, los mapas de mi complejo que muestren tendrán una habitación claramente señalizada como Control Principal. Esa habitación será la cámara de ejecuciones. La verdadera Sala de Control estará señalada como contenedor del desbordamiento de las alcantarillas.

66. Mi teclado de seguridad sera realmente un escáner de huellas. Cualquiera que vea a alguien presionando una secuencia de botones o que espolvoree el teclado en busca de huellas digitales y luego intente entrar repitiendo la secuencia disparará el sistema de alarma.

67. No importa cuantos fallos tenga nuestro sistema, mis guardas serán entrenados para tratar cualquier fallo de una cámara de vigilancia como una emergencia completa.

68. Perdonaré la vida de alguien que me la salvó alguna vez en el pasado. Esto es razonable ya que anima a otros a hacerlo. Sin embargo la oferta es sólo valida para una vez. Si quieren que se la perdone de nuevo, sera mejor que me vuelvan a salvar.

69. Todas las niñeras serán expulsadas del Reino, todos los bebés serán llevados a hospitales aprobados por el Estado. Los huérfanos serán dejados en casas de adopción, no abandonados en el bosque para ser criados por critaturas salvajes.

70. Cuando mis guardias se separen para buscar a los intrusos, lo harán en grupos de al menos dos. Y serán entrenados de tal forma que si uno desaparece misteriosamente el otro iniciará una alerta inmediatamente y pedirá refuerzos en lugar de buscar estúpidamente.

71. Si decido probar la lealtad de un teniente y ver si debe convertirse en mi hombre de confianza, tendré una escuadra de tropas de élite preparada en caso de que la respuesta sea no.

72. Si todos los héroes permanecen juntos alrededor de un extraño dispositivo y empiezan a insultarme y desafiarme yo usaré un arma normal en lugar de mi imparable superarma.

73. No estaré de acuerdo en dejar libres a los héroes si ganan en un duelo, aunque mis consejeros me digan que es imposible que ganen.

74. Cuando cree una presentación multimedia de mis planes, de tal forma que mi consejero de cinco años la entienda fácilmente, no la dejaré encima de mi mesa con una etiqueta que diga “Proyecto del Señor Supremo”

75. Instruiré a mis legiones de poder para que ataquen al héroe en masa, en lugar de esperar mientras sus compañeros atacan uno o dos cada vez.

76. Si el héroe huye y sube al tejado, no le perseguiré para luchar con él e intentar tirarle. Tampoco lucharé con él al borde de un abismo (ni en el centro de un puente de cuerdas sobre un río de lava)

77. Si tengo alguna clase de locura temporal y decido dar al héroe la oportunidad de rechazar un trabajo como mi hombre de confianza, tendré suficiente cordura como para esperar a que mi actual hombre de confianza no pueda oírme antes de hacer la oferta.

78. No les diré a mis Legiones del Terror “¡y él debe ser capturado vivo!” La orden sera más bien “y debéis intentar cogerle vivo si es razonablemente practico”.

79. Si mi “dispositivo del juicio final ” tiene “marcha atras” tan pronto como sea usado, será fundido y con él se hara una edición limitada de monedas conmemorativa.

80. Si mis tropas mas débiles no consiguen eliminar al héroe, enviaré a mis mejores tropas en lugar de perder el tiempo mandando tropas de poder cada vez mayor mientras él se acerca más y más a mi fortaleza.

81. Si estoy luchando con el héroe encima de una plataforma móvil, le he desarmado y estoy a punto de matarle y veo que él se tira al suelo, yo me tiraré también al suelo, en lugar de girarme con curiosidad para ver lo que él ha visto.

82. No dispararé a ninguno de mis enemigos si estan quietos delante del soporte básico de una estructura pesada y peligrosamente desequilibrada.

83. Si estoy cenando con el héroe, pongo veneno en su copa y me debo ir por cualquier razón, pediré nuevas bebidas en lugar de intentar adivinar si él ha cambiado las copas de sitio.

84. No tendré prisioneros de un sexo vigilados por guardias del sexo opuesto.

85. No usaré ningún plan cuyo paso final sea horriblemente complicado como “alinear las 12 piedras de poder en el altar sagrado, entonces activar el medallón en el momento del eclipse total”. Más bien será del tipo “pulsar el botón”

86. Me aseguraré de que mi “dispositivo del día del juicio final” esté adecuadamente preparado y bien apuntado.

87. Mis contenedores de productos químicos estarán cubiertos cuando no estén siendo usados. Y nunca construiré pasarelas encima de ellos.

88. Si un grupo de secuaces falla miserablemente en una misión, no les regañaré por su incompetencia para después mandar al mismo grupo a hacer la misma misión.

89. Despues de capturar la Superarma del héroe, no diré a mis tropas que nos dejen solos y tampoco bajaré la guardia porque crea que quien la posea es imparable. Despues de todo, el héroe la llevaba y yo se la quité, ¿no?

90. No diseñaré mi Sala de Control de tal forma que todas las estaciones de trabajo estén en frente de la puerta.

91. No ignoraré al mensajero que se tambalea agotado y evidentemente agitado hasta que mi higiene personal o mi pasatiempo haya acabado. Podría ser realmente importante.

92. Si alguna vez hablo con el héroe por teléfono, no le desafiaré. En vez de eso, le diré que su perseverancia me ha hecho darme cuenta de la futilidad de mi maldad y que, si me deja sólo unos meses, regresaré al camino de la rectitud (los héroes son tremendamente crédulos en estos asuntos)

93. Si decido llevar a cabo una doble ejecución de el héroe y un subalterno que me ha traicionado, intentaré que el héroe sea el primero en ser ejecutado.

94. Cuando estén arrestando prisioneros, mis guardias no les permitirán pararse para recoger una baratija de valor puramente sentimental.

95. Mis calabozos tendrán su propio equipo medico con guardaespaldas, de tal forma que si un prisionero enferma de repente y su compañero le dice al guardia que es una emergencia, el guarda llamará al equipo médico en lugar de abrir la celda para echar un vistazo.

96. Mis mecanismos de apertura de puertas serán diseñados de tal forma que si vuelan el panel desde fuera, la puerta se sellará, y si lo vuelan desde dentro se abrirá. No al revés.

97. Las celdas de mis calabozos no estarán amuebladas con objetos que contengan superficies reflectantes o cualquier cosa que pueda ser desenmarañada.

98. Si una pareja de jóvenes atractivos entra en mi reino, los vigilaré cuidadosamente. Si encuentro que son felices y se quieren, los ignoraré. Sin embargo, si las circunstancias les han forzado a unirse contra sus voluntades y se pasan todo el tiempo discutiendo entre ellos excepto en los momentos en que estan salvándose la vida el uno al otro, momento en el cuál hay insinuaciones de tensión sexual, ordenaré inmediatamente su ejecución.

99. Cualquier fichero de datos de importancia crucial será dividido en bloques de 1.45 Mb.

100. Finalmente, para mantener a mis súbditos permanentemente encerrados en un estado de trance descerebrado, les proveeré de acceso gratis e ilimitado a internet.

Cuatro Dieciséis “La noche a todos nos llega”


“La noche a todos nos llega” como decía un gran escritor cuyo nombre he olvidado para siempre.

La noche le llega incluso a las Matemáticas, vicio al que le he dedicado toda mi vida, mi juventud y mis sueños.

Mi memoria no llega a muchos años atrás, he inclusive me es imposible recordar lo que pasaba hace 16 años. Aun así me es familiar recordar la pregunta ¿Para qué sirven las Matemáticas?. Me pregunto ¿Siempre ha existido esta pregunta? No lo se, pero ya puedo responderla.

Después de conocer a uno de los más grandes maestros de filosofía y a uno de los más grandes maestros de Matemáticas he concluido lo siguiente:

“Las Matemáticas no sirven para nada”.

Explicare esto de la manera en que a mí me fue explicado:

“Tenemos a un hombre, un día tala un árbol; con ese árbol comienza una tarea emprendedora: fabricar una mesa.

El hombre tarda un tiempo un poco largo en la fabricación de la mesa. Cuando termina se siente completamente satisfecho al ver a su familia alrededor de la mesa que el mismo fabricó.

Se siente tan feliz que decide invitar a sus amigos, sus amigos se asombran de la mesa; de la manera tan especial que reúne a la gente. Así que le piden al hombre la fabricación una mesa similar.

Un buen negoció ve en ello el hombre; es bueno fabricando mesas y a la gente le gusta sus mesas.

Comienza una fabricación de mesas, comienza a exigirle a la naturaleza más y más madera. El negoció es todo un éxito, mesas y más mesas producidas por el mismo hombre.

Un día se entera de que cerca de su casa, habita otro hombre y también fabrica mesas de la misma calidad.

Entonces ¿Qué pasa si este hombre enferma? El hombre no puede enfermar, si se enferma pierde a sus clientes. Ahora el hombre que en un principio comenzó a exigirle a la naturaleza se ve exigido por la naturaleza.

El sujeto de nuestra cadena que en un principio era el hombre exigiéndole al objeto (naturaleza) se ha transformado. Ahora nuestro hombre se ha convertido en un objeto, en algo que no se puede enfermar, que ya no puede dejar de producir mesas, ha dejado de ser independiente para unirse a la gran cadena productiva.”

Por esto que las matemáticas no sirven; no tienen un lugar en la cadena, no tienen una aplicación como el hombre y las mesas. Las matemáticas no generan nada, no exigen de la manera en que la naturaleza le exigió al hombre. No son un medio de producción, no generan un producto como las mesas.

Debo aclarar que las matemáticas no son: sumas, restas, multiplicaciones y esas cosas. Quien crea que las matemáticas son eso esta equivocado.

El ejemplo que se les pone a los niños es el siguiente: Las matemáticas sirven para contar cosas, sirven para hacer las cuentas… Y más ejemplos de cosas que no son matemáticas.

¿Por qué esa no es una repuesta acertada? Es muy simple: si esas son las matemáticas, entonces basta con estudiar la primaria (educación básica). Pero no, seguimos estudiando cosas un poco más serias como: gráficas, congruencias, ecuaciones… cosas que ya son matemáticas.

¿Pero para qué estudiamos eso? Por ejemplo: los números complejos no sirven para hacer cuentas en una tienda de abarrotes. Otro ejemplo más serio: El calculo integral
¿Para qué le sirve al doctor?. Entonces a ellos no les sirven las matemáticas; y aunque les sirvieran, las utilizarían como una herramienta, nada más.

Tomemos el ejemplo de alguien a quien supuestamente le sirven las matemáticas. El ingeniero: puede utilizar el calculo integral, pero es porque las ingenierías son medios de producción, son algo que produce mesas como nuestro hombre. Las matemáticas serían como el hacha con la que el hombre taló el árbol; en vez de tirarlo a golpes prefirió cortarlo. La pregunta es ¿Sirve el hacha por sí sola? ¿Sirven las matemáticas sin ser aplicadas?

La mercatronica produce maquinas para producir productos, su esencia es precisamente ser un medio de producción. La actuaria realiza estadísticas para especular las tendencias de los medios de producción…

Estas ciencias si sirven; si producen. Pero las matemáticas no sirven para eso. Las matemáticas son empleadas por las ciencias que interactuan con los medios de producción.

Entonces ¿eso son las matemáticas? una herramienta más, un destornillador más; ¿Entonces las únicas matemáticas que sirven son las que pueden emplearse por otras ciencias?

No. Las matemáticas no son ni sumas, ni una herramienta más. Es una ciencia que se estudia, una ciencia muy compleja; ciertamente muy ligada a la filosofía, muy ligada al estudio de el espacio, de lo universal y espiritual. Lo contrario a lo que todos piensan, no es algo productivo. En cambio es el estudio de algo utópico, algo difícil de comprender, algo muy relativo.

El no pertenecer a los medios de producción no quiere decir que no sirva. LINUX no pertenece a los medios de producción, no es como Microsoft o Macintosh. Eso no quiere decir que no sirva.

Simplemente es algo marginado por los medios de producción, por esto es absolutamente accesible a todos. No requiere dinero, no requiere de viajar a ningún lado. No discrimina.

Nunca le servirá a Telmex, nunca le servirá a Televisa, nunca le servirá a Bimbo o a Microsoft. Porque las matemáticas no producen, no del modo que se producen las mesas, para eso no sirven.

Si vivimos en una época controlada por los medios de producción, por el hombre y las mesas: entonces las Matemáticas no sirven.

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